Opinión en El Tiempo, enero 25 de 2009

La verdad, todos lo sabemos y sufrimos, la situación de movilidad de Bogotá es absolutamente insostenible. Esta incómoda realidad, del tamaño del sol si se quiere, no se puede seguir ocultando con sandeces, babosadas y pretextos. Alguien tenía que meterle la mano a un asunto tan complejo que hoy suscita ciertas negativas hipócritas, muchas malintencionadas y politiqueras. Se ha demostrado que la gente está dispuesta a reconocer lo evidente cuando se le cuestiona sobre hipótesis, pero pela el cobre cuando las decisiones que interpretan el sentir popular se hacen efectivas en la práctica y tocan el bolsillo de algunos. Subrayemos que aquí las mayorías no tienen carro particular y que por eso la vida con o sin esta medida les cambiará muy poco . Apoyo las restricciones por parecerme niveladoras y ecológicas.