Bertoldt Brecht se preguntaba con
razón qué tiempos serán los que corren, en los que hay que empeñarse a fondo en
la defensa de lo obvio...
¡El no nunca debió haber sido una
opción para los colombianos y, menos aún, nunca debió haber ganado!
Pienso que ya nunca podré quitarme la
vergüenza y la profunda tristeza de pertenecer a un país en donde sus
habitantes, supersticiosos y fatuos, desdeñan las oportunidades históricas y en
donde la compasión y la modernidad no tienen cabida...
Me duele Colombia sobre todo por mis
hijos. Yo desfilaré hacia el vacío, como nos corresponde a todos, pero con la
amargura infinita de dejar a otros resolviendo una contienda absurda que pudo
ser saldada sin consideraciones adicionales este año.
Ojalá las marchas de blanco sigan
atronando con la exigencia obvia y sagrada de la paz, conduciendo todo ello a
una salida pronta antes de las elecciones.
Pero si las cosas no fueran así,
habría que pensar en Humberto de la Calle como candidato capaz de oponerse al
uribismo y al desleal Vargas Lleras, quien según parece irá acompañado por la
peligrosa Viviane Morales para cosechar los votos de la irreflexión de los
fanáticos.