Después de casi un mes de padecer malestares hepáticos, falleció Félix. Como Neo, el gatico murió en paz por eutanasia. Fue un amigo fiel, alegre y juguetón, muy curioso, a veces algo necio, pero siempre deportista, corredor incansable y ágil como pocos. Durante su último año de vida salía todas las tardes a recibirme a la puerta y allí no se conformaba hasta no recibir caricias que le proporcionaban calma, pasando luego a acompañarme mientras comía y después a la alcoba para ver televisión. Como dice mi esposa, si existe un cielo para gaticos allí debe estar Félix al lado de Neo, ambos felices, ronroneando en paz. Gracias Félix, ¡siempre te recordaremos con entrañable cariño!
