El proyecto bolivariano que encarna el actual presidente de Venezuela no puede quedar expósito y a menos de mitad de camino. Si las fuerzas le alcanzan al caudillo y, sobre todo, si el pueblo lo quiere, es inevitable que Chávez continúe en el poder hasta que se consoliden por completo los planes y programas económicos y sociales que harán irreversibles en el largo plazo los avances políticos revolucionarios en el hermano país. Para esto el líder del socialismo del siglo XXI debe asesorarse bien y actuar con mano firme pero con mucha inteligencia en el terreno interno y en el campo internacional, sin cultivar opositores innecesarios. Tendrá quizá que bajarle el tono a su enfrentamiento verbal tan desgastante con los voceros de la ultraderecha, así se trate de enanos ridículos y segundones como Uribe.
