Opinión en El Tiempo, diciembre 4 de 2008

No hay cosa más ofensiva que someter a las personas a la brava, porque sí, porque se trata de un requisito huero al detector de mentiras. Este seudoexperticio trasnochado aún de moda en los ambientes de Colombia, no así en otras latitudes en donde ya no se usa, muestra nada más en algunas ocasiones y eso si es bien conducido por el poligrafista (poquísimos con preparación y criterio) que puede existir cierta tendencia en el individuo a mentir sobre las cuestiones puntuales formuladas. Es una prueba deleznable y gaseosa, demasiado subjetiva, que no obra legal ni judicialmente. En materia castrense deberían valer el conocimiento y la experiencia limpia, es decir la hoja de vida y el juicio sesudo de los superiores, estos, desde luego, al margen de intereses opuestos a la elevación del nivel profesional de la oficialidad.