El Río Grande de la Magdalena, el escenario primordial de Colombia, es ancho, profundo y selvático, y nos recuerda en cada uno de sus tramos que es el eje fundamental de todos nuestros encuentros y desencuentros.
Es, sin duda, la pista por la que corre toda nuestra historia desde antes del Descubrimiento de América.
En él pervive el pasado pero se aloja también el porvenir.
Me parece que no es apenas un caudal magnífico con un Norte siempre claro, sino un ser vivo gigante, airoso y resuelto, cálido y alegre, con un sentido trascendente del tiempo y al que en perspectiva de eternidad le importan un bledo nuestras pequeñas circunstancias y menos aún nuestros olvidos...
Él nos quiere, pero en el fondo no le importa si lo queremos porque sabe que por las buenas o a la fuerza tendremos que regresar a su sino...
Es nuestro padre de la Tierra Caliente desde el Huila hasta el Caribe!
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