El gobernante digno de cualquier estado soberano está en la imperiosa obligación de hacer exactamente lo que expone el presidente Correa.
De verdad, son muchas las injurias, calumnias y agresiones de todo tipo, incluida una imperdonable incursión a sangre y fuego (por razones estúpidas que se hubieran debido manejar de manera distinta), que ha sufrido el hermano país andino por parte del Mesías colombiano.
Qué lástima que aquí sean pocas las personas con cierto nivel de conciencia y que en cambio rebuznen a montón los uribistas emburundangados, los mismos que nos condujeron a la debacle reeleccionista y que nos llevarán, si no logramos impedírselo, al despeñadero de la total irracionalidad política con su apoyo obtuso a un proyecto desgastado, guerrerista y vendepatria...
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